Bien es conocido el trabajo que realizamos en mi casa por y para las mujeres que atraviesan el delicado proceso de un tratamiento oncológico.
Hoy no vengo a cuantificar lo complejo y lo emocional que hay detrás de esta parte de mi especialidad y el respeto que para mi se merece cada una de mis pacientes.
Algo que cuidamos al máximo, lo que realmente es el alma y el cuerpo de Rosana Calvo Haircare Salon.
Hoy estoy aquí para poner claridad y cordura a un tema que me importa de los que más y que en los últimos tiempos se ha multiplicado.
Una enfermedad de la que todo el mundo sabe tanto o más que los propios oncológos y también sobre sus daños colaterales, como es el que a mi desde hace 28 años me toca enfrentar, su tremenda alopecia.
Como digo, todos saben tanto que llegamos al punto de por querer ayudar, o por pura ignorancia generar como consecuencia confusiones e informaciones erróneas que sólo son contraproducentes en la búsqueda de la mejor solución y acierto para aliviar la incertidumbre de vivir esos meses sin cabello.
Conversaciones y desinformación sin fundamento ni base profesional:
– “¿Una peluca? ¡Te va a costar hasta 6000€!
– Peluquería de cabecera: “Tranquila, cómpr»ala (como quien compra unos calcetines) y yo te hago unas mechas y te la peino todas las semanas”
– ¡Nunca, no se te ocurra de cabello natural! ¡No merece la pena!
– “¿Cómo que no se puede lavar con agua caliente?” ya te digo yo que si.
– “Yo te la voy a peinar con secador y con planchas y vas a estar igualita que estás con tu pelo”…… No te preocupes, tú la traes y la ponemos a tu gusto.
Y como éstas, podría enumerar otras tantas frases que se repiten a estas mujeres en lugares que poco o nada tienen que ver con una casa que dedica todas sus horas a los sistemas de recuperación desde hace 50 años y que conoce al dedillo todos los entresijos y las necesidades de una persona en esa situación.
Si yo no sé, buscaré el teléfono del que más sabe, esa es la mejor apuesta.
Sobre los dimes y diretes. No, una peluca oncológica (ni la más Top en fabricación en toda Europa) no tiene un precio de salida al público de un millón de las antiguas pesetas. De hecho ni se acerca, siendo un producto y servicio de alta calidad y dentro del mercado del lujo.
Siempre hay que priorizar las necesidades y la importancia de la imagen de esa mujer, la durabilidad que necesita su protocolo médico, su ritmo de vida (el que prevé va a llevar durante esos meses), su pronóstico. Mucha psicología y experiencia para dar en la mejor opción y la que además se adapte a su economía.
Hablar de seis, diez o quince mil euros, asusta, crea rechazo en una situación terrible y bajo ningún concepto se ajusta a la realidad. No ayuda. No nos permite realizar nuestro trabajo y además es de un atrevimiento que sólo resta.
Sólo un centro bien formado y respaldado por los mejores profesionales, talleres, proveedores y personal será el cualificado para guiar a una mujer y llevarla a la mejor decisión en calidad-precio. Y sólo en ese centro se ocuparán de cuidar de ella y su producto durante el proceso y tratamientos. Haciéndose responsables de todo aquello que pueda surgir en el camino, readaptando, tratando, cuidando y manteniendo en perfecto estado nuestra peluca y a nuestra paciente.