A todos nos encanta darnos caprichos y alimentar el alma con esos placeres que nos hacen sentir bien: placeres gastronómicos, un estupendo spa, belleza en nuestro salón favorito, en esa tienda que miras y miras su escaparate porque te enamoran sus prendas, una comida en ese restaurante con estrellas michelín, esos zapatos casi inalcanzables (ay, esos zapatos…).
A mi me hacen feliz esos «autoregalos» de vez en cuando y este año puedo decir que todavía los necesito más. Y además tengo la motivación de aportar un poquito de mí al vecino, vivir es compartir y esto es lo que más me gusta.
Estamos en plena campaña de invierno; días en los que tanto nuestra cliente habitual como quienes vienen de fuera a visitar a su familia , o muchas mujeres que llegan por vez primera vez al salón porque es ¡su regalo de Navidad!, nuestro trabajo es su capricho y el deseo que han pedido para empezar bien el año. Es un honor, es precioso y como siempre dijo, con los deseos no se juega, si está en mi mano, ¡A cumplirlos!
Un trabajo excelente, un profesional excelente
¿Sabemos bien que es la excelencia profesional?
Creo que este es el camino en el que una persona trasciende el saber (conocimiento, formación), el saber hacer (saber ejecutar sin titubeos), el saber impulsar a que se hagan las cosas, saber comunicar…un profundo trabajo interno de reconocimiento de sus fortalezas y debilidades.
Por aquí van los tiros. No, no es fácil. Pero para algunas personas es la única opción: no lo buscan; nace, son.
El resto se mantienen en el promedio, rozando la mediocridad: aquellos que están pendientes del reloj, de los chismes, de lo que hacen sus compañeros o la competencia, de dar lo mínimo indispensable y de ser muy justos en su desempeño resistiéndose a los cambios y oponiéndose a todo, o aceptando órdenes mansamente sin provocar resultados distintos. Sin creatividad, sólo están, no son.
No es ser perfecto, pero se confunde a menudo -la perfección está en los ojos del que mira-.
Es un rasgo superior de calidad, en todo en cualquier ámbito, personal también. Las personas que trabajan con excelencia destacan sin esfuerzo y no se colocan por delante o pisando a los demás: saben que tienen un brillo propio que los distingue, y es justamente eso lo que se demanda en las empresas.
El diablo está en los pequeños detalles
¿Cómo distinguir ese nivel?
¿Cómo sé si acierto y voy a invertir en un servicio o artículo excelente?
En mi opinión, tanto en restaurantes, artículos, marcas, moda, móviles, o servicios personales, todo son detalles: ahí está siempre la gran escalera que los diferencia.
El compromiso total que va de la mano de la responsabilidad (la habilidad para responder), impecabilidad (calidad en los detalles que marca la diferencia), impecabilidad (implacable es quien agota todas las vías para resolver las cosas, mientras el resto abandonan en dos intentos), disciplina, constancia.