Bueno…es un buen hábito: cada ratito teletrabajando (si no hay reuniones online donde se te ve) es fantástico para cuidarnos y cumplir con los protocolos de nuestros cosméticos. Tenemos cremas, exfoliantes, tratamientos para la caída del cabello y mil botes abandonados en nuestro armario del baño, un buen puñado de euros que no teníamos tiempo ni ganas de sacar de ahí y ahora queridas, no hay excusas.
Cualquier actividad en casa me sirve para introducir un ritual de cabello o facial. Puedo planchar y tender con mi mascarilla capilar, planchar (cosa que odio) con mi champú puesto y a la misma vez un tratamiento en la cara para limpiar la piel de las largas jornadas con el equipo de protección que nos estropea tanto la piel.