Me viene a ratos a la cabeza una de esas películas súper catastróficas, en las que los del continente ese al que antiguamente llamaban «lejos» despliegan toda su artillería de ordenador y la tierra se resquebraja mientras lo mismo nos caen meteoritos en la cabeza que bajan extraterrestres y se lían a secuestrarnos para vaya usted a saber qué ocurrencia.
No sé vosotras, pero ahora mismo yo estoy más de pelis románticas o series sin mucha sustancia; creo que las emociones fuertes las tengo nada más salir al ascensor. Me apetece más que nunca encontrarme bien y dedicar el tiempo que me queda a cuidar mi piel, mi salud y mi cabello. Creo que, en lugar de ir corriendo de un lado a otro, este nuevo ritmo invita a invertir en un masaje, un tratamiento de piel, o hacerme una mascarilla de media hora en casa.
¿Habéis pensado que mientras curramos en el ordenador podemos tener un tratamiento en la cara y en el pelo a la vez?
Celebramos el Día Mundial Contra el Cáncer de Mama. El post de hoy es un homenaje a todas las mujeres que están o han estado peleando; a las que conozco y a las que conoceré. A mujeres que no quieren dejar de ser quienes son por la enfermedad. Y que luchan contra ella con una actitud valiente.
Os presento el testimonio de una clienta – una amiga- confiando en ayudar a las que ahora dais a los primero pasos hacia vuestra curación y vais a enfrentaros a la quimioterapia y todo lo que conlleva. A las que empezáis, a las que habéis terminado y a todas y todos los que compartís la vida con esa mujer que más que nunca necesita nuestra ayuda.
El cambio de color de cabello es algo muy normalizado, e incluso necesario para nosotras que estamos más predispuestas a los cambios y que el cuerpo a veces nos pide un poquito de ilusión. Algo tan versátil puede empujarnos positivamente a otras pequeñas cosas bonitas como comprarnos un vaquero o quedar a cenar esa noche que nos sentimos guapas.
Hoy voy a contaros una historia; o mejor, muchas historias que trataré de englobar y resumir. El cuidado que merece la estética oncológica da para un largo artículo y deseo que ayude a comprender y desmitificar -un poco- el drama que lo envuelve.
Somos mujeres, coquetas la mayoría, perfeccionistas algunas y todas necesitamos unos cuidados mínimos (en lo que a imagen se refiere) para sentirnos bien. Cada una ponemos el foco en aquello que más nos preocupa: el sobrepeso, el envejecimiento, la flacidez, las estrías, el cabello… y quienes atacan a todo un poco, en la medida de lo posible. Quizá tú eres de las que sales a correr cada día; o de las que tienes un armario lleno de todo tipo de cosméticos para las manchas y las primeras arruguitas de expresión; o eres más de hacer mil y una dietas para controlar la báscula.
Todo está bien. Todo es perfecto siempre que sea para sentirnos bien: el autocuidado se traduce en una mujer más saludable y contenta.
Hoy descubriremos juntas algo que a mi me encanta conocer y que influye en mi profesión, pero que también en muchos aspectos desde nuestro subconsciente convive con nosotras y condiciona desde la elección de un pañuelo hasta la tan importante tarea de realizar la decoración textil de nuestra habitación. Como influye en nuestro bienestar y en lo que transmitimos al resto. A veces necesito ponerme labial rojo ¿cierto? ¿Porque? Porque nada es casual y ese labial puede aportar un toque de tendencia, alegría en un día bajo de tono o darte seguridad ante una situación laboral o personal en la que tienes que sacar todo de ti. ¡Anda que no cuenta cosas el rojo!
Vamos a conocer un poquito más sobre «el color del Año» y su elección.
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