Hoy voy a dedicar unas líneas en favor de la dermocosmética, la tricodermia y el pilar en el que se sostiene todo mi mundo profesional: la piel.
«Si el terreno sobre el que sembrarás tu planta esta seco y sucio, si no quitas las malas hierbas, nunca disfrutarás de unas bonitas flores». (Mi mantra).
¡Hola! encantada de atenderte. ¿Cuál es tu idea, deseo, la imagen que buscas? ¿Tienes fotos recopiladas que nos acerquen a tu idea?
Cuando una mujer llega a nuestro salón, la primera misión es conocer cuales son sus necesidades capilares. Unos minutos de entrevista nos llevan a tomar decisiones correctas en cuanto a color, a corte y al estilo que busca o qué podemos conseguir desde el estado en el que partimos. Si no nos conoce, es muy posible que le sorprenda la rápida observación del estado de su cuero cabelludo e incluso que le demos prioridad a este ante cualquier otro servicio. Es uno de nuestros protocolos imprescindibles y rutinarios. La información es poder, y daros la máxima sobre vuestro estado capilar es para nosotras un hábito muy saludable.
¡A lo que hemos venido hoy! Procedemos y nos ponemos "la bata".
Estos días… de incertidumbre comentan, esperando otra ola o ¿dentro de ella?, la verdad es que las aguas no se calmaron en ningún momento y todos nos sentimos en un bote de salvamento en medio de una tormenta. Poco que decir… (o mucho, pero aquí no).
Cuando nos enfrentamos a las emociones, podemos hacer dos cosas: las evitamos o dejamos que nos abrumen. Mantener un justo equilibrio sería lo ideal, pero qué fácil es decirlo. Mucho menos hacerlo.
Me viene a ratos a la cabeza una de esas películas súper catastróficas, en las que los del continente ese al que antiguamente llamaban «lejos» despliegan toda su artillería de ordenador y la tierra se resquebraja mientras lo mismo nos caen meteoritos en la cabeza que bajan extraterrestres y se lían a secuestrarnos para vaya usted a saber qué ocurrencia.
No sé vosotras, pero ahora mismo yo estoy más de pelis románticas o series sin mucha sustancia; creo que las emociones fuertes las tengo nada más salir al ascensor. Me apetece más que nunca encontrarme bien y dedicar el tiempo que me queda a cuidar mi piel, mi salud y mi cabello. Creo que, en lugar de ir corriendo de un lado a otro, este nuevo ritmo invita a invertir en un masaje, un tratamiento de piel, o hacerme una mascarilla de media hora en casa.
¿Habéis pensado que mientras curramos en el ordenador podemos tener un tratamiento en la cara y en el pelo a la vez?
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